
No existe peor soledad que la de no estar a gusto contigo mism@.
Que si soy demasiado bajita. Que si tengo poco pecho. Que si quiero un glúteo más definido. Que sin estrías ni celulitis sería más feliz. Que si con mi pelo en la playa parezco Mufasa. Que si el chupitazo de peanut butter que me metí anoche se me ha ido esta mañana a las cartucheras.
¿Os soy sincera? Solo de leerme me entra pereza.
Odiosa manía de centrarnos en aquello que menos nos gusta. De sacarnos defectos hasta de debajo de las piedras. De compararnos con personas que no somos nosotras mismas. Pensad un momento y decidme… ¿Por qué lo hacemos?
Vivimos en una sociedad en la que se nos ha introducido a fuego desde pequeños que para encajar, lo primordial es trabajar siempre nuestras imperfecciones, en lugar de explotar nuestras fortalezas. Una sociedad repleta de notas y puntuaciones en la que tratamos de clasificarnos sobre un “modelo estándar”.
No hablemos ya de nuestra destreza a la hora de escoger a alguien a quién admiramos y quedarnos solo con sus cosas buenas. Sin olvidar nuestra torpeza cuando nos miramos en el espejo y, en vez de hacer logicamente lo mismo, nos centramos solo en todo aquello que aborrecemos.
¿Tienes defectos, imperfecciones y debilidades? ¡ENHORABUENA! No eres un extraterrestre. (Ya me estabas preocupando).
Así que deja de compararte, de machacarte y de buscar la aprobación constante. Céntrate en todo lo bueno que puedes ofrecer al mundo, sácalo y exprímelo. Eres perfectamente imperfect@ y eso es jodidamente alucinante.
Recuerda que la persona que tienes frente al espejo será la única que pase contigo el resto de tu vida. Asegúrate de quererla lo suficiente.
YO ME QUIERO CON TODO, ¿Y vosotr@s?
También te puede interesar
0 comentarios