
“El momento en el que quieres renunciar, es justo el momento en el que debes seguir insistiendo”.
Hoy hace 1 año y 7 meses desde mi lesión y aún tengo aquella sensación grabada a fuego, de hecho, creo que nunca desaparecerá. Aquel dolor que me recorrió toda la columna dejándome totalmente inmóvil en el suelo, me acojonó tanto que no quise ni levantarme.
Cuando por fin pude volver, todo había cambiado. Para todos entraba de nuevo en un gimnasio, para mí era una primera vez. Empezaba por debajo de cero. ¿Habéis experimentado esa sensación alguna vez? El miedo llevó el control sobre mí durante muchos meses. Él decidía por mí. Él actuaba a su antojo sin importarle mis metas.
Volver a entrenar no fue nada fácil, pero tenía claro dónde quería llegar. ¿Mi objetivo? RECUPERARME, sobre todo psicológicamente y hacer de nuevo aquello que me habían dicho que no podría volver a hacer.
Tuve casi todo en mi contra. Un diagnóstico poco favorable. Profesionales de la salud con palabras desalentadoras. El temor de mi gente. Dolor y rigidez. Y lo peor de todo, mi propio miedo e inseguridad.
Y digo casi todo porque SIEMPRE SIEMPRE SIEMPRE hay algo bueno a lo que aferrarse, esa luz en mitad de la más completa oscuridad. Entonces lo supe. No sabía cómo pero iba a lograrlo.
Y un día sin darme cuenta, el miedo abandonó la batalla y mi objetivo principal fue mucho más lejos de lo que jamás hubiese imaginado.
Hoy, 1 año y 7 meses después, no afirmo haber recuperado mi nivel anterior a la lesión, afirmo haberme superado en todos los sentidos en los que una persona puede superarse. Mis nuevas marcas dan una patada a las anteriores (salvo en sentadilla, que sigo luchándolas). Y qué deciros de mi estado emocional y psicológico. Nunca me he sentido más fuerte y segura en mi vida ?
Por muy duro que se os haga el camino, NO ABANDONÉIS. Encontrad esa luz de la que os hablo, os aseguro que está. Si yo pude, VOSOTR@S TAMBIÉN
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